El padre Raúl Zamora, quien en enero de este año fue desterrado junto un grupo de sacerdotes nicaragüenses, incluido Monseñor Rolando Álvarez fue nombrado como Vicario de la Parroquia Saint Leo perteneciente a la Diócesis de Venice en Florida, Estados Unidos.
Fuentes Confiables pudo constatar que en boletín de la iglesia Saint Leo, aparece el nombre del religioso junto a su nuevo cargo dentro de la parroquia, que está al frente del padre Jarek Sniosek.
En el boletín entregado a los feligreses el domingo, aparece una reseña del religioso nicaragüense sobre su vida sacerdotal y personal, así como una breve actualización de la persecución a la iglesia católica en Nicaragua por parte del régimen Ortega-Murillo.
"Estoy muy emocionado de servir al señor y de caminar con usted y su pastor, el padre Jarek, juntos como una iglesia en este camino de fe... Espero experimentar la alegría de lo que el señor resucitado está haciendo por ustedes y en ustedes, y quiero servirle humildemente a cada uno de ustedes", fueron las primeras impresiones del padre Zamora como vicario parroquial.
Obispo de Venice lo recibió
El sacerdote relata que después de varios meses en Roma, hacia donde fue desterrado por el régimen de Daniel Ortega, el Obispo estadounidense Frank Dewane lo recibió en la Diócesis de Venice y lo asignó como Vicario en la Parroquia de San Leo.
El padre Zamora fue uno de los quince sacerdotes que a finales de diciembre 2023 fue detenido de manera arbitraria por el régimen en una de las tantas persecuciones a la iglesia en Nicaragua.
De manera sorpresiva, el 14 de enero de este año, el régimen informó que los 15 religiosos, dos Obispos y dos seminaristas habían sido enviados a Roma tras negociaciones con la Santa Sede que se mantuvieron en secreto hasta el último minuto.
Resguardó a universitarios en la parroquia Divina Misericordia
Antes de ser arrestado por agentes policiales del régimen, el padre Raúl Zamora fungía como párroco de la Iglesia Divina Misericordia en Villa Fontana, Managua, lugar que en 2018 fue testigo del sangriento ataque por paramilitares a universitarios de la UNAN-Managua.
En las paredes de la Iglesia quedaron los agujeros de las balas disparadas por paramilitares al servicio del régimen, que durante 18 horas atacaron a los universitarios como parte de la Operación Limpieza para acabar con los tranques ubicados en varios sectores de la capital.
Esa madrugada, el sacerdote abrió las puertas del templo para resguardar a los jóvenes que no tenían armas para defenderse, e incluso salió en su camioneta para recoger a algunos jóvenes que se encontraban acorralados en medio de las barricadas. También asistió espiritualmente a Gerald Vásquez, una de las dos víctimas mortales que dejó la violencia desproporcionada contra los universitarios.
Comments