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Exfotógrafo del Obispo Álvarez: “las enseñanzas de monseñor han sido útiles en este destierro”


  • Entrevista a Manuel Antonio Obando Cortedano, experiodista de la Diócesis de Matagalpa. El joven describe al religioso como “un hombre sencillo, alegre y como un pastor de a pie”. Compartía su comida con los que no tenían y repartía las limosnas entre la gente pobre. Esto recuerda de él.



Desde hace un año y dos meses no se escucha la voz profética de monseñor Rolando Álvarez, transmitiendo mensajes de fe en las misas que celebraba los domingos a las 10:00 de la mañana en la Catedral de Matagalpa. El jerarca es un preso político del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua.


Monseñor Álvarez, es recordado por ser un Obispo cercano a la feligresía, es el Obispo que bailaba, cantaba, cocinaba, que montaba a caballo y cruzaba los ríos para llegar a las comunidades de la Diócesis de Matagalpa.

Esa sencillez, sus mensajes esperanzadores y la crítica a las violaciones de los derechos humanos de los nicaragüenses, hizo estallar en ira a la dictadura de Ortega y Rosario Murillo contra el líder religioso. Ordenó su secuestró, le inventó un juicio y lo condenó a 26 años y cuatro meses de cárcel.


“Un gran ser humano”



El obispo que por años visitó zonas rurales era acompañado por un chófer, dos seminaristas, un camarógrafo y un fotógrafo, este último comenzó a trabajar con el obispo en el año 2011, cuando apenas cursaba secundaria. Su nombre es Manuel Antonio Obando Cortedano, quien formó parte del grupo de las 222 personas desterradas a Estados Unidos el pasado 9 de febrero y que vive en exilio forzado.

En esta entrevista, Obando Cortedano recordó algunas vivencias con monseñor Rolando Álvarez, a quien describe como un gran ser humano, un hombre caritativo, un formador y un padre en su vida.


¿Cómo era monseñor Rolando con el equipo que lo acompañaba?

“Él apartaba en su agenda de diciembre, que es el mes más ocupado pastoralmente para el Obispo, un día para su equipo, entonces ya en ese día, él nos decía vengan a la Curia y salimos a tal hora, a las 8:00, por ejemplo.


Entonces ya nos íbamos a comer, o armaba una jornada de campo a desayunar en algún lugar donde se nos ocurriera. Luego a lo mejor a ver una película probablemente en la Curia o en alguna casa y luego a cenar y él nos dedicaba tiempo para comer aparte, para platicar, para contar chistes. A monseñor Rolando le gustan mucho los chistes. Él es mucho de reír.


Si él sabía que tenías un problema, te ayudaba. Yo recuerdo que él me preguntaba ¿Cómo estás chavalo? Yo estaba entrando a la universidad y siempre él estaba pendiente. Un dia si necesitaba realmente y le dije que necesitaba comida, que no tenía productos básicos porque era un momento en que estábamos pasando esos impases que de vez en cuando suceden en las familias, entonces no tenía trabajo mi papá, ni mi mamá.


Le digo: ´bueno ahora sí le tomó la palabra, no tenemos comida´ y él (monseñor) me dijo, ´tranquilo, no te preocupés, llegá mañana en la tarde a la Curia. Y fui y me di cuenta que me dio de lo que él tenía para comer”.



Monseñor compartía con su gente cercana…


“No, no, se que no lo hizo solo conmigo y mi familia, lo hacía con todo el que le pedía, con un montón de gente. Por ejemplo, todos los domingos él (monseñor Álvarez) promovía en Catedral las ofrendas de la misa de 10:00 de la mañana, que no eran ofrendas para llevárselas él a la Curia, eran ofrendas que después de la misa, la parroquia al mediodía debía distribuirla a gente pobre que llegaba a hacer fila a Catedral y se les entregaban.


Ese es el Obispo, así es él, un hombre que conocemos su figura episcopal, pero que también tiene muy reflejada su figura humana. Un hombre común y corriente, como él mismo lo decía, un hombre de a pie, de la calle, un pastor que salió del pueblo y que es pueblo y hace pueblo también”.4


Muchos jóvenes han dicho que miraban en él una figura paterna, ¿Cómo describís eso?

“Yo lo consideré como un padre también en medio de su labor, un padre espiritual, pero también en momentos en que él lo vio necesario que me tenía que llamar la atención, no con mi trabajo únicamente, sino también en la vida personal, porque platicábamos mucho.


Él me decía vení sentémonos platiquemos y ya me daba sus consejos y de repente un llamado de atención. Y así lo hacía con los jóvenes, les hablaba como lo haría un padre, con cariño, pero en serio”.



¿Qué aprendiste de monseñor?

“La fidelidad a Cristo, a su iglesia, a sus pastores, a sus obispos. Monseñor Ronaldo en eso ha sido un maestro y creo que no es un secreto para nadie que él siempre ha tratado de transmitirnos el caminar juntos como Iglesia, independientemente de que tengamos diversos criterios.


Otra enseñanza que no se me olvida y aquí en la realidad de vida que me ha tocado (el destierro) en este nuevo estilo de vida, ha sido reinventarse. Monseñor hablaba de malos tiempos y que la fe nos valiera para ser fuertes en todo tiempo.


Otra cosa que de él jamás se me olvida y es algo que incluso yo lo aplico hacia él ahora, es esa esperanza, de que pueda ser liberado, que las cosas cambien. Precisamente eso, que ya lo dije, no perder la esperanza, él hablaba mucho de eso, por más difícil que sea el camino, nunca perder la esperanza, eso decía mucho.

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