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La creciente posición estratégica de China en Nicaragua


Apertura en la embajada de China en Nicaragua. Foto: Archivo
Apertura en la embajada de China en Nicaragua. Foto: Archivo

Por: Evan Ellis (*)

El anuncio de octubre de 2023 acerca de los importantes proyectos de infraestructura que serán realizados por compañías chinas en Nicaragua pone de relieve la profundización de la posición estratégica de China en el país centroamericano, con implicaciones para Estados Unidos y la región en general.

 

El reconocimiento diplomático de China por parte de Nicaragua en diciembre de 2022 y el correspondiente abandono de los lazos históricos con Taiwán no produjo, inicialmente, resultados importantes. Es probable que el retraso reflejara la falta de presión sobre China para consolidar sus avances en el país, debido al aislamiento político del régimen de Ortega respecto de Estados Unidos y Europa, así como a su estatus relativo de paria incluso entre los gobiernos democráticos de la izquierda regional. 


Es igualmente probable que la laguna fuera un sutil pero contundente castigo de Pekín a los Ortega por haber esperado 14 años, después de su regreso al poder en 2007, para restablecer la relación de Nicaragua con China que existió entre 1985 y 1990. El régimen de Ortega llevó a cabo lo anterior solo después de haber agotado otras opciones económicas y políticas, mientras pasaba años extorsionando los beneficios taiwaneses. 


El lento comienzo de la actual fase de relaciones China-Nicaragua no disminuye su importancia estratégica ni sus perspectivas de expansión. A medida que aumenta la posición comercial, política y militar de Pekín en Nicaragua, es probable que también incremente significativamente la dependencia del régimen de Ortega, así como la influencia que China puede usar en Nicaragua para perseguir sus objetivos estratégicos. Es probable, asimismo, que la relación se desarrolle de forma asimétrica, en términos muy favorables para China.


Al igual que el compromiso de China con otros regímenes populistas y autoritarios de la región, incluyendo a Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, a Rafael Correa en Ecuador y a Evo Morales en Bolivia, la puerta abierta que ha abierto Ortega a Pekín no traerá prosperidad al país. Ayudará, sin embargo, a sostener al régimen en el poder no solo mediante recursos, también con oportunidades de corrupción a través de transacciones opacas con empresas instaladas en China. Esto provee de incentivos a los empresarios nicaragüenses, al ejército y otras élites para mantenerse leales a los Ortega frente a las sanciones internacionales y el deterioro democrático y económico de Nicaragua. 


Al igual que otros países pequeños que han abandonado recientemente los lazos con Taiwán, el comercio de Nicaragua con China está a punto de expandirse significativamente, pero de una manera sustancialmente favorable a Pekín.  La expansión unilateral del comercio se verá facilitada por los 13 Memorandos de Entendimiento que los Ortega firmaron con China, así como por el nuevo Acuerdo de Libre Comercio (ALC) entre China y Nicaragua, ratificado en agosto de 2023 después de 13 meses de negociaciones con una duración sin precedentes. El TLC entrará en vigor en 2024. 


Reflejando la falta de experiencia de Nicaragua con el mercado chino, así como el precio desventajoso de enviar exportaciones perecederas en largas distancias hasta China, ya sea por avión o en contenedores refrigerados, durante la primera mitad de 2023, más de un año después del reconocimiento diplomático, las exportaciones de Nicaragua a China fueron de apenas 6,7 millones de dólares, en comparación con los casi mil millones de dólares en exportaciones a Estados Unidos. 


Más allá del comercio, las compañías con sede en China están preparadas para tener una presencia importante en Nicaragua, en condiciones favorables para ellas mismas. La ausencia de China en la lista de donantes de ayuda exterior para Nicaragua, indica que ninguno de los numerosos proyectos que empresas chinas están llevando a cabo en el país centroamericano son un regalo. 


El avance de China dentro de la infraestructura nicaragüense comenzó con un proyecto de viviendas desarrollado por una compañía china con trabajadores chinos, pero fue pagado por el gobierno de Nicaragua. La iniciativa, valuada en 60 millones de dólares, incluye la construcción de 12 mil viviendas sociales en 85 municipalidades del país, habiendo iniciado las obras en abril de 2023. 


En el sector minero, el gobierno nicaragüense entregó dos concesiones de 15, 400 hectáreas a la empresa china Zhong Fu Development. Dichas concesiones están controversialmente situadas en una zona de autogobierno de los indígenas miskitos, en la costa noreste de Nicaragua. 


En el sector minorista, una nueva cadena de tiendas, “Casa China”, abrió sus puertas en Managua durante agosto de 2023, ofreciendo un vehículo ampliado para canalizar los productos de consumo importados desde China al mercado nicaragüense, compitiendo con los productos y minoristas locales. 


En octubre de 2023, en el marco del Tercer Foro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta en China, Nicaragua y la RPC anunciaron formalmente siete nuevos proyectos de infraestructura. Entre ellos, una iniciativa de 492 millones de dólares, adjudicada por China’s CAMC Engineering, para ampliar el aeródromo militar de Puerta Huete y convertirlo en un aeropuerto comercial.


Lo anterior también incluye una línea de trenes que va desde Managua, pasando por Masaya, hasta Granada, la cual será diseñada y construida por la compañía China Civil Engineering Construction Corporation (CCECC), además de un estudio también realizado por CCECC para una ambiciosa conexión ferroviaria interoceánica desde Managua, en el noroeste, hasta Corinto y Bluefields en la costa atlántica nicaragüense.   


Compañías con sede en China tienen acuerdos con el gobierno de Nicaragua para numerosos proyectos de carreteras, incluyendo una iniciativa de China Communications and Construction Corporation (CCCC) destinada a mejorar tramos de camino que van desde Guanacaste hasta Nandaime y Rivas, así como de Rivas a Sapoa. El régimen de Ortega también ha prometido a la empresa China State Construction and Engineering (CSCE)trabajar en la segunda fase de la “Carretera del Litoral” a lo largo de la costa del pacífico nicaragüense. 


En noviembre del 2023, Nicaragua comprometió siete proyectos para CSCE, incluyendo la ampliación de los tramos carreteros que van desde Chinandega a Somotillo, de Mateare a Empalme Izapa, de Sébaco a Matagalapa, y de Portezuelo a Las Mercedes, así como la construcción de los puentes de Lisawe, Labu y Prinzapolka. 


Además de los proyectos carreteros y ferroviarios, Nicaragua ha comprado 500 autobuses de la empresa china Yutong, con planes de adquirir 2 mil más en 2024. 

En el sector eléctrico, el régimen de Ortega ha asignado 523 MW de nueva capacidad a diversas compañías chinas, incluida la construcción de las instalaciones hidroeléctricas de Mojokola, con 120 MW, de Tumarin, con 253 MW, y de un proyecto termoeléctrico de 150 MW en San Benito. Todos ellos, asignados al grupo China Huadian Overseas Investment. Los Ortega también anunciaron que se pagarán 72 millones de dólares a CCC para la construcción de un parque solar en Matagalpa. 


No ha habido indicios de que el multimillonario chino Wang Jing vaya a reanudar las obras de alto nivel del canal transcontinental, a pesar de que su empresa, HKND, sigue teniendo autorización legal del Congreso nicaragüense, controlado por los sandinistas, para construir proyectos en el marco del canal. 


Firmas chinas como Xinwei se han establecido en el sector digital nicaragüense. Por su parte, Huawei se encuentra colaborando con el gobierno de Ortega para construir, eventualmente, una red 5G en el país. 


Consideraciones Estratégicas 

La impronta de China en Nicaragua está expandiéndose más allá de los asuntos comerciales. En julio de 2023, el ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi, expresó el deseo de su país por elevar las relaciones estratégicas con Nicaragua, durante una visita del hijo de Daniel Ortega, Laureano, a tierras asiáticas. 


En el terreno mediático, una delegación nicaragüense se reunió con el Grupo de Medios de China y con China Global Telecommunications Network (CGTN) en octubre de 2023, con el fin de incrementar la cooperación en lo que respecta a medios de comunicación. 


La cooperación en temas de seguridad China-Nicaragua también se está expandiendo. En agosto de 2023, el régimen de Ortega nombró a un general de brigada como agregado militar en Pekín, lo que indica el alto nivel de prioridad en la cooperación militar China-Nicaragua. En septiembre de 2023, el director general de la Policía Nacional de Nicaragua, Francisco Díaz, se reunió con su contraparte china, el ministro de Seguridad Pública Wan Xiaohong, explorando vías para ampliar la colaboración en materia de entrenamiento policial. 


Los riesgos estratégicos para la región y para Estados Unidos debido a un régimen de Ortega empoderado por Pekín se complementan con el incremento de la fuerza político-económica y la agresividad de otros actores adversos a Estados Unidos en la región, incluido el régimen de Maduro en Venezuela. Maduro se ha enriquecido por el levantamiento de las sanciones estadounidenses y envalentonado por el rechazo sustancial de los compromisos para la liberación de prisioneros estadounidenses y la realización de elecciones libres, sin que hayan existido consecuencias significativas desde Washington. Ahora mismo, el régimen de Maduro está planteándose llevar a cabo acciones militares contra Guyana. 


Más allá de la región, la orientación antiestadounidense del régimen de Ortega y su patrón de cooperación militar significativa con Rusia, complementan la dependencia respecto de China. En el contexto de una hipotética guerra entre China y Estados Unidos en el Indo-Pacífico, las relaciones nicaragüenses de seguridad con Cuba, Rusia e Irán podrían representar oportunidades para que Pekín coordine operaciones con dichos actores en contra de Estados Unidos desde territorio nicaragüense.  


El Camino a Seguir 

La aceleración del compromiso chino con Nicaragua, en el contexto de otros eventos en la región, crea dilemas estratégicos para Estados Unidos. Es imperativo que Washington responda de manera decisiva, aunque pragmática. Esto incluye aumentar el uso de herramientas diplomáticas y económicas, excepto una intervención militar, con el fin de reducir la habilidad de Nicaragua para albergar amenazas antiestadounidenses y socavar la democracia regional en Centroamérica. 

Estados Unidos debería considerar una aplicación cabal de sus propias leyes, tales como la Ley de Reforzamiento de la Adherencia de Nicaragua a las Condiciones para la Reforma Electoral (RENACER) de 2021, así como la posible expulsión del país del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana (CAFTA-DR). A medida que se desarrolla la relación de Nicaragua con China, Estados Unidos necesita estar alerta ante los casi inevitables casos de mala gestión, corrupción y otros resultados que benefician a China por sobre el pueblo nicaragüense, a fin de aprovechar públicamente tales ejemplos para explicar mejor a otros cómo el acogimiento populista de China trae más problemas que beneficios. 


En su planeación de seguridad, Estados Unidos debe contemplar las posibilidades ofrecidas a China en tiempos de guerra debido a su presencia, comercial y de otra naturaleza, en Nicaragua, incluidas aquellas oportunidades implicadas en la colaboración con Rusia, Irán y otros adversarios, así como las opciones de respuesta que Estados Unidos tiene. 


El compromiso de Pekín con Nicaragua probablemente refuerce la caída del país centroamericano hacia el autoritarismo, mientras que otorga opciones a China para trabajar contra los intereses estadounidenses tanto en la paz como en la guerra. El reto que Nicaragua implica es otra razón para que Washington dedique mayor atención y recursos a la región, con la cual la prosperidad y seguridad de Estados Unidos se encuentran estrechamente vinculados debido a los lazos comerciales, geográficos y familiares. 


(*) Evan Ellis es Profesor de Investigación sobre América Latina en el Instituto de Estudios Estratégicos de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos. Las opiniones aquí expresadas son suyas.


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