Rosa María se levanta a las 3:00 de la madrugada para preparar entre 40 y 50 güirilas. Debe apurarse para a las 5:00, abordar un bus y estar al amanecer en las calles aledañas del mercado central y aprovechar a vender temprano su producto. Así ella, de 48 años, con mucho sacrificio se gana la vida.
La ganancia de Rosa María no es mucha, pero con la venta logra por lo menos unos 200 a 250 córdobas, con los que dice puede llevar “las mejoras” para la casa. Pero reconoce que cada día es más difícil realizar su venta.
“Hay más vendedoras, de repente vemos que hay alguien nuevo vendiendo o aparecen revendedores, entonces uno gana menos, hay muchas dificultades porque también todo está más caro, el pollo, la carne, hasta los frijoles están caros”, nos comparte.
Rosa María habita en la comarca Tom Valle, unos 12 kilómetros al noroeste de la ciudad de El Viejo. Al igual que ella llegan desde esa localidad una veintena de mujeres con sus panas de frutas, verduras, granos, tamales y güirilas para buscar ganarse la vida.
"Nosotras traemos pipianes, ayotes, elotes a veces, pero la mayoría de estos productos que tenemos son de reventa", menciona una joven con su delantal atado a la cintura, quién evita brindar su nombre. Asegura que las ganancias de revender son muy bajas. Ganan entre tres y cinco córdobas por docena, en dependencia del producto y claro hay días en que nada se vende.
Venden poco, pero les cobran impuestos
Desde la extensa comarca La Grecia, llegan decenas de mujeres a vender sus productos. Karina compra frutas como papayas, bananos y piñas para cortarlas, colocarlas en bolsas y ofrecerlas en las calles, pero asegura que no ve mucha ganancia.
"En realidad no sé qué hacer, creo que dejaré de vender ésto y dedicarme a vender café y pan, francamente en la calle no hay muchos compradores, las ventas están frías”, se queja, aunque espera que la situación mejore con el pago del aguinaldo.
Las vendedoras ambulantes o populares “paneras”, como les llaman, avanzan sobre las calles aledañas al mercado central de Chinandega, ocupando la acera y cualquier pequeño espacio para su venta. Algunas, solo llegan por la mañana, pero otras ya se han instalado de forma permanente durante todo el día.
“El problema es el desorden que se ha creado alrededor del mercado, aquí antes no estaban, pero ahora ya ocupan la acera y para la gente es difícil pasar por aquí, algunas personas han decidido rentar sus casas y buscar otro lugar, pero como la alcaldía les cobra, las vendedoras ahí se quedan”, indicó un ciudadano.
Una fuente de la municipalidad indicó que a diario se emiten unos 1.490 recibos de cobro de impuestos por vender en las calles aledañas al mercado. El costo de este impuesto es de cinco córdobas, recaudando un aproximado semanal de 52,150 córdobas.
“Todos los días pagamos ese impuesto, eso si no se detiene, no es que uno quiera estar aquí o ponerse en cualquier lado, pero tenemos la necesidad de vender para llevar la comida a nuestros hogares”, indicó una vendedora.
Calles en mal estado e intransitables
Conducir un vehículo por las zonas aledañas al mercado es toda una odisea, no solo por el poco espacio para movilizarse, también por el mal estado de las calles, con grandes baches que se vuelven todo un reto para los conductores.
“Yo casi siempre dejo al pasajero una cuadra antes, cuando me dicen que van al mercado, porque es difícil pasar, las calles están pésimas y ni se diga la cantidad de triciclos que atrasan”, indicó un taxista.
La ciudadanía chinandegana espera que con la llegada del verano, se puedan reparar los baches de las calles, no sólo en los alrededores del mercado, también en gran parte del centro del casco urbano de la Ciudad de las Naranjas.
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